lunes, 3 de mayo de 2010

Haciendo amigos

Andrés parecía no tener interés por hacer amigos, era muy raro que me mencionara si quiera el nombre de un compañerito de clases, creo que nunca lo hizo por iniciativa propia, hasta hace un poco mas de un año, cuando empezaba el primer grado.

Andrés se enfrentaba por primera vez a un colegio grande, nuevos niños, nuevos profesores…todo era nuevo para él, no sé quien estaba mas asustada con eso, si él o yo, pero a la vez, sentía una confianza inexplicable, porque Dios fue quien puso a Andrés en ese lugar, yo le pedí que me llevara a encontrar el colegio adecuado para mi enano, y busqué mucho, hasta que llegué ahí, me encantó y de manera mágica se empezaron a abrir las puertas, y Andrés se sintió bien desde el primer día que fue, cuando tuvo que ir a su evaluación psicológica que duró 2 días (de 9 a 12 am) y luego de varios meses, la de conocimientos (3 horas). Recuerdo que cuando salió del examen de conocimientos, salió con una carita de cansado, pero también bastante sereno, le pregunté que tal le había ido y me parece escucharlo “mamá, todos fueron muy amables”, no se imaginan lo que eso significó para mí, si el se sintió bien, es porque los profesores que lo evaluaron eran personas realmente sensibles y que sin conocerlo lo entendieron y supieron llegar a él. Tuvimos que esperar casi un mes para los resultados finales, pero finalmente nos llamaron y en una reunión con el director del colegio nos dieron la noticia, que Andrés había sido aceptado.

Andrés empezó a asistir al Summer School, para adaptarse un poco al nuevo colegio y familiarizarse con el inglés, recuerdo los comentarios del profesor Rodolfo, “Andrés tiene que aprender a que sudar es normal”, claro mi enano suda mucho y eso lo molesta, y error mío, como sé que le fastidia, cuando sudaba lo cambiaba de polo, entonces para Andrés el estar con el polo mojado era muy incomodo porque no estaba acostumbrado, o “tiene que ser mas fuerte, si alguien lo empuja en el juego se molesta”, claro, parecía exagerar sus emociones, pero el profesor no sabía el diagnóstico de Andrés, y tenía una gran predisposición para ayudar, sugiriéndonos algunas cosas, hasta que un día recuerdo que me dijo “¡Señora, hoy jugó básquet y empujó como todos los niños!”, fue una gran noticia, algo que pensé que iba a ser mas complicado que consiguiera, y lo hicimos trabajando en equipo, nosotros seguíamos las sugerencias que el profesor nos daba y él profesor insistía en animarlo a divertirse como los otros niños en los juegos.

En Marzo empezaban las clases, y ahí empezaría nuestro gran reto, gracias a Dios, su salón era el mismo en el que Summer School, así que eso no sería una complicación, pero sí los compañeros y los profesores, porque eran nuevos para él. Lo que me daba tranquilidad es que estábamos ahí porque Dios lo había decidido, sabíamos que el camino no iba a ser sencillo, pero no estábamos solos, así que ¡para adelante!

El profesor responsable de aula, era una persona joven y con una sonrisa que inspiraba mucha confianza, recuerdo que ni cuando me iba a dar una “mala” noticia se le borraba esa sonrisa, y me hacía sentir bien, no me abrumaba con quejas, sino me informaba de las cosas que teníamos que trabajar, y digo “teníamos”, porque desde el primer día de clases fuimos un gran equipo.

Este profesor, pieza clave de ese año, es el profesor Waldo, no sólo fue el gran maestro, sino el gran amigo de Andrés. Lo aprendió a conocer de una manera increíble, sabía que le gustaba y que no, sabía cuando ser duro, cuando esperar, cuando jugar, cuando escuchar, cuando darle su espacio…se entendía muy bien, pero lo mas importante es que confiaba en las capacidades de Andrés y nunca le puso un techo, le exigió cual otro niño de clase, y Andrés se involucró tanto con él, que no podía fallarle a su maestro y amigo, ni siquiera quería faltar a clases estando enfermo, porque “¿qué diría su profesor Waldo?”, así que un par de veces que tuve que obligarlo a faltar, aceptó hacerlo, pero con la condición que le entregara sus tareas temprano a su profesor y luego pasara en la tarde por sus tareas, no podía “fallarle”.

Las primeras semanas de clases, cuando le preguntaba a Andrés qué había hecho en el recreo me decía que había jugado con su profesor Waldo futbol, o a las chapadas…pero siempre con su profesor, él sirvió de guía para que Andrés aprendiera a jugar con sus amigos, y ¡lo logró!

Andrés empezó a hablarme al poco tiempo de su amigo Lucas, un niño realmente especial, recuerdo que un día Lucas me dice “tía, a Andrés le gusta estar sólo igual que a mí, a mi también a veces me gusta estar tranquilo, solo...pero a Andrés le gusta estar solo mas tiempo que a mí, asi que le digo para jugar, el dice que no, pero le insisto y le insisto hasta convencerlo”, eso me pareció genial, era un niño de apenas 5 años, pero de una madurez impresionante, y por algún motivo le interesaba ser amigo de Andrés :). Y a Andrés le encantaba y hasta ahora le gusta jugar a las chapadas con su amigo Lucas.

Luego me hablaba de Joshua, otro angelito, que enseñó a Andrés a aceptar que le hiciera cosquillas y hasta ir al suelo los dos juntos, y ambos disfrutaban de este juego. Joshua me decía al principio “tía, Andrés no se ríe” y cuando por fin logró que Andrés aceptara que le hagan cosquillas y reírse, corrió y me dijo “tía, lo logré, ¡Andrés se rió!”.

Y finalmente Sebastián, el intelectual del grupo, siempre me preguntaba las cosas que le llamaban la atención de Andrés, ahora sé que lo hacía con la finalidad de entenderlo, ahora lo conoce muy bien. Andrés eso lo sabe y se siente muy bien con él.

A pesar de este año estar Joshua y Lucas en diferentes salones, siguen siendo sus amigos, juegan juntos en el recreo, y lo mas especial de todo fue la celebración del cumpleaños de Andrés de este año, el 18 de Marzo cumplió 8 años, así que le sugerimos que invitara a los amigos que él decidiera para irnos con ellos y sus familias al Club el Bosque y pasáramos el día con ellos, sin dudarlo su respuesta fue “Lucas, Joshua y Sebastián”, luego agregó a Nicolás, lo cual me alegró porque iba creciendo la lista de sus amigos :). Estábamos felices con su decisión así que preparamos todo y todos la pasamos súper.




Al día siguiente a la celebrar su cumpleaños, mientras acompañaba a Andrés a hacer sus tareas, de pronto empezó a llorar, me asusté, le pregunté que le pasaba y él no paraba de repetir “¡no lo invité, no lo invité!”, le pregunté a quien, y él me respondió “a mi profesor Waldo”, y no dejaba de llorar, le expliqué que la reunión era sólo con sus amigos, y él me respondió algo molesto, porque yo no lo estaba entendiendo : “él es mi amigo y no lo invité a mi cumpleaños, y ya no puedo hacerlo”. Se sentía realmente triste, y no paraba de llorar. En ese momento entendí lo importante que era el profesor Waldo para mi hijo, para nosotros como familia, sabía que era una persona muy valiosa, y que nos había ayudado de una manera increíble a que el 1er grado de Andrés hubiera terminado de manera exitosa, sabía que para Andrés había sido bastante importante, pero me quedé bastante corta, era su AMIGO. ¡Gracias profesor Waldo por todo su tiempo, paciencia, dedicación y por haber sido una pieza clave en este equipo!

El profesor Waldo sabía que Andrés podía lograr académicamente lo que otros niños, y eso no le preocupaba, y un día Andrés me dice “mamá me siento en la última fila”, yo me asusté, siempre Andrés estuvo en la primera fila, para tenerlo de una manera protegido de algunos niños que sin querer podía “invadir” su espacio y alterarlo. A la hora de salida le pregunté al profesor Waldo qué había pasado y él con su sonrisa de siempre me explicó, que ya que estaban casi terminando el tercer bimestre, y Andrés académicamente estaba bien, quería arriesgarse en ponerlo en la última fila, para que aprendiera un poco la palomillada de los niños y por eso el cambio. Me pareció muy generoso, porque sabía que eso podía traerle algunas complicaciones en clase, pero iba a tomar el riesgo porque quería que Andrés tuviera otras experiencias, y aprendiera de ellas. El cambio no duró mucho, Andrés regresó a la primera fila, pero logró que Andrés tuviera nuevas experiencias. Eso sólo lo hace un ángel :).

Andrés terminó el 1er grado hablando de mas niños, ¿cómo se logró?, la tarea que el profesor Waldo le había dado a Andrés es repartir las agendas, sabía que eso no sería fácil para Andrés, porque no identificaba a los niños por su nombres, pero tenía que crear la manera de interesarlo por ello, en un principio la mayoría tenía la agenda de otro, pero eso fue mejorando con el tiempo...je,je,je. Esta fue una de las tantas cosas que el profesor Waldo hizo para ayudar a Andrés a conectarse con este mundo, cada una de las cosas que hizo dio resultados asombrosos. Él fue el guía que Andrés necesitaba para empezar a socializar, trabajo nada sencillo, pero él aceptó este reto con mucho cariño, de ahí los logros obtenidos.

Este año como sabemos será un reto nuevo, en un inico pareció más difíicil que el año pasado, pero hicimos algo, compartir este mundo maravillosos que descubrimos gracias a Andrés, con las mamis de su promoción, y no se imaginan las maravillosas respuestas que hemos recibido. Ahora la lista de AMIGOS de Andrés va creciendo, no sólo para Andrés sino por parte de nosotros, Andrés nos ha regalado la oportunidad de conocer amigos muy especiales a través de los suyos.

Nuestro mundo no es tan distinto a ese otro mundo maraviloso, en ambos munods los amigos son muy importantes, son personas valiosas, incondicionales, que nos conocen, comprenden, enseñan y sobre todo nos quieren tal y como somos.


¡No hay duda que Dios es el capitán de este barco!

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